miércoles, 8 de febrero de 2012

Producción y valor añadido


Estamos tratando en clase el tema de la producción, que es la transformación mediante tecnología de inputs (factores de producción) en outputs (bienes o servicios).
También hemos estado viendo el valor añadido, que es la diferencia entre el valor del producto resultante y el valor de los factores productivos utilizados en cada fase de la proceso productivo. Se trata de un concepto que se comprende mucho mejor con un ejemplo:
Un agricultor produce naranjas por valor de 10 céntimos. En este caso, el valor añadido sería 10 (valor de las naranjas) – 0 (valor de los recursos utilizados, que es el trabajo del agricultor) = 10 céntimos.
Después, la empresa Don Simón le compra las naranjas al agricultor y produce botellas de un litro de zumo por valor de 1€. En esta fase, el valor añadido es 90 céntimos (1€ que cuesta hacer zumo y envasarlo – 10 céntimos que cuestan las naranjas).
Luego, otra empresa se encarga de distribuir las botellas de zumo por todos los supermercados de España, lo que cuesta 1’20€. El valor añadido es 20 céntimos (1´20 – 1).
Por último, el supermercado nos vende la botella de zumo a 1´50€. El valor añadido es 30 céntimos (1’50 -1’20). Si sumamos todos los valores añadidos, el resultado es el valor del producto final: 1’50.

La verdad es que hay multitud de ejemplos de valor añadido. Estamos rodeados de ellos:
  • El restaurante que cuenta con un área especial para niños, en donde se ofrece el servicio gratuito de guardería, y que cuenta con diferentes juegos electrónicos.
  • La tienda que al comprar un producto, no sólo nos lo llevan gratuitamente a nuestra casa, sino que también se encarga de instalarlo y darle un mantenimiento gratuito por un mes.
  • Las frutas o los vegetales que son limpiados, pelados, cortados, y presentados en un empaque especial, que se ofrecen en los supermercados para ser consumidos inmediatamente.
  • La envoltura especial y gratuita de ese regalo económico que de pronto parece comprado en una gran tienda.
  • La sonrisa de la dependienta que agradece la compra de los clientes.
  • El taxista que hace agradable el trayecto ya sea porque habla, o porque sabe cuándo quedarse callado…
Si te das cuenta, en muchas ocasiones se trata de cuidar pequeños detalles. Por lo tanto, no es tan difícil conseguir dar valor añadido. Además, se trata de un aspecto clave, pues las empresas con mayor capacidad para crear un valor mayor o diferente que el que ofrece la competencia, son las que obtienen mayor beneficio.
Esta entrada de blog ha sido elaborada por Manuel Vicente Montesino Calvo-Fernández, de 1º de Bachillerato.

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